Hay una frase que siempre me dan ganas de llorar, de deprimirme; es tan sencilla, tan real… “nada es para siempre”.
Sí, esas cuatro palabras pueden mover muchas cosas dentro mío, creo que no me gusta darme cuenta de eso… En realidad esto me pasa porque siempre pienso mucho a futuro antes de tomar una decisión, nose si es algo bueno o malo, tiene sus ventajas y sus desventajas como todo en esta vida, pero algo que me planteo siempre es sobre el final de las cosas. Es decir, tengo muy claro que en algún momento de mi vida voy a perder (ya sea físicamente o emocionalmente) a un número incierto de personas que quiero; y eso me aterroriza y muchas veces me hace sentir mal conmigo misma porque es algo que no puedo controlar, o simplemente me causa depresión, noches de llanto. Dicen que nadie es imprescindible en la vida, pero hay personas que no se pueden olvidar nunca (y hasta me atrevo a decir que las cosas se pueden asumir pero olvidar es algo prácticamente imposible) y nose que haría si hoy pierdo a cierta gente que me rodea. Debo admitir que una de las “reglas” de la vida que más detesto es que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. ¿¡Por qué nadie es capaz de hacernos reaccionar antes?! Y seguramente alguien que perdió un ser querido sabe de lo que hablo, es algo indescriptible y no se lo deseo a nadie.
Sólo espero que en mi trascurso por la vida pueda aprender a valorar cada vez más a la gente que me quiere, y poder distinguir quienes lo hacen realmente y quienes no. Aseguro que no es una tarea fácil pero, como ya dije en otro momento, no creo en imposibles, y lo que más cuesta siempre devuelve las mejores cosas de la vida.